viernes, 5 de agosto de 2011

UNDÉCIMO ENCUENTRO CON LA PALABRA

11. PROCESO HERMENÉUTICO: TRES NIVELES DE INTERPRETACIÓN
PRIMERA PARTE:
INTRODUCCIÓN Y NIVEL HISTÓRICO-LITERARIO

Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.   ¿Has escuchado alguna vez la palabra “hermenéutica”?
2.   ¿A qué crees que se refiere la palabra hermenéutica?
3.   ¿Qué es para ti interpretación?
4.   ¿A qué se refiere la literatura?
5.   ¿A qué se refiere la historia?

Ahora sí, entremos en materia…

PROCESO HERMÉNEUTICO.
INTRODUCCIÓN. TRES NIVELES DE INTERPRETACIÓN
Hemos dicho que la Biblia es un libro que tiene no sólo un autor humano, como cualquier otro libro, sino que es un libro en el que también nos habla Dios, y un libro en el que Dios habla no sólo para los hombres del tiempo en que fueron escritos los libros, sino también para los hombres  de todos los tiempos. Podemos, pues, distinguir, al menos teóricamente, tres niveles, que hemos de tener en cuenta para llegar a captar en plenitud el mensaje que los libros bíblicos nos trasmiten:
Nivel histórico-literario. Es el nivel en que se contempla la Biblia como cualquier otro libro de la antigüedad y en que se la somete a las mismas técnicas literarias para tratar de averiguar  qué es lo que dice el texto.
Nivel teológico. La Biblia trae un mensaje de salvación; no bastará con saber, a base de las técnicas literarias, qué es lo que dice el texto; habrá que averiguar también qué es lo que quiere decir en esa perspectiva de salvación.
Nivel actualizante. La Biblia es también palabra de Dios para nosotros. A este nivel, habrá que hacer una traducción del mensaje bíblico para el hombre de hoy.

    I.        NIVEL HISTÓRICO-LITERARIO
Hemos tomado en nuestras manos el libro de la Biblia y hemos justificado el porqué de nuestras preferencias por este libro. Sin duda que nos acuciará ya el deseo de adentrarnos en su lectura, pero no lo debemos hacer si antes no establecemos unas pautas que nos orienten en su lectura; pautas que, por lo demás, las establecemos para la lectura de cualquier otro libro. Nunca nos ponemos a leer un libro si antes no tenemos una cierta idea de qué tipo de libro es; ello es absolutamente necesario para determinar el talante con el que vamos a leer el libro; no es lo mismo leer una novela que una biografía; ni abordamos psicológicamente lo mismo un libro de poemas que otro de cálculo matemático. Si a esto se añade que el libro en cuestión es un libro muy antiguo, escrito en un contexto cultural distinto del nuestro, una elemental prudencia nos llevará a proveemos de unos principios de interpretación que nos permitan acercarnos al texto con garantías de captar su auténtico mensaje.
A este conjunto de principios y métodos de interpretación, que nos habilitan para comprender con exactitud textos y contextos, es a lo que llamamos “hermenéutica” o 'proceso hermenéutico' (del gr. “ermeneu' = interpretar, traducir).

1     CRITICA TEXTUAL
Cuando un libro ha tenido diversas ediciones, procuramos adquirir aquélla en que el texto venga sin erratas, que podrían desfigurar el pensamiento original. Aun hoy día, a pesar de tantos adelantos, corremos el riesgo de no conectar con la intención del autor, a causa de las erratas de imprenta. Muchos, por ejemplo, rezarán el soneto de Lope: "Pastor, que con tus silbos...", que nos ofrece la edición española de la "Liturgia de las horas", y dirán: "tú me hiciste cayado de ese leño", cuando en realidad lo que había que decir es: "tú que hiciste cayado de ese leño"; todo por culpa de una errata.
Imaginemos ahora los riesgos de deformación del texto original cuando la transmisión se hacía a base de copias manuscritas que, a su vez, servían de punto de partida para nuevas y nuevas copias. ¿Quién no recuerda el conocido romance que comienza: "Marinero de Tarpeya", cuando en realidad lo que originariamente fue escrito es: "Mira Nero de Tarpeya"? Si queremos saber qué es lo que escribieron los hagiógrafos es necesario realizar un concienzudo trabajo de crítica textual, buscando los manuscritos más antiguos, comparando unos con otros... Gracias a Dios, este trabajo no nos corresponde hacerlo a nosotros; se han encargado otros de hacerlo, y el resultado de su trabajo lo encontramos en las ediciones críticas, que sirven de base para las que nosotros empleamos. Naturalmente, pueden darse nuevos descubrimientos que podrían obligar a nuevas rectificaciones.

2     CONTEXTO O MEDIO AMBIENTE
No leemos lo mismo la crónica de un suceso actual que la que nos ofrece, por ejemplo, Julio César en su "Guerra civil" o Jenofonte en su "Retirada de los diez mil". Si estos dos últimos libros  no van acompañados de notas, corremos el riesgo de dejar sin respuesta a una serie de  interrogantes que la lectura nos irá sugiriendo. Ello depende de que el contexto histórico, geográfico, cultural... de la vida romana o griega o del Asia Menor, es algo que se nos escapa. Para poder comprender un texto bíblico necesitamos adquirir conocimientos adecuados de su contexto bíblico; estos conocimientos se nos pueden ofrecer en introducciones y notas que acompañan el texto o bien leyendo algún libro que estudie sistemáticamente la historia, geografía, instituciones, costumbres, religión del mundo bíblico; estudio extensivo también a los pueblos circundantes, dentro de cuya influencia se movió el pueblo hebreo.

3     FUENTES DEL TEXTO
La crítica literaria tiene por objeto estudiar las posibles fuentes de que un autor se ha servido para componer su libro; esto nos ayuda a determinar hasta qué punto es él original y de quiénes han podido sufrir influencias. Todo esto se aplica también a los libros de la Biblia, y para llegar a determinar su mensaje nos ayudará el conocimiento de las fuentes bíblicas o extrabíblicas que han estado presentes en su composición. El estudio de las fuentes de los evangelios nos ayuda, por ejemplo, a determinar el carácter histórico o catequético de los mismos.

4     PASAJES PARALELOS
Suele decirse que los pasajes oscuros de un libro hay que interpretarlos a la luz de los pasajes más claros. Esto tiene particularmente aplicación en la Biblia. A lo largo de sus libros, escritos en épocas y por autores diversos, repetidamente se puede tocar un tema, aunque no siempre con la misma precisión o claridad; la forma de llegar a una comprensión plena será la de comparar todos esos pasajes paralelos, que se iluminarán mutuamente. Ayuda para este trabajo 19lo encontramos en algunas Biblias, que suelen consignar al margen los lugares paralelos. Esta comparación no ha de reducirse exclusivamente al marco de la Biblia; pasajes paralelos podemos encontrarlos también en otros libros no bíblicos o de culturas afines.

5.   GÉNEROS O FORMAS LITERARIAS
Para poder percibir el mensaje que el autor nos transmite debemos, sobre todo, averiguar cuál es la intención que se propone con su escrito; sabemos que con unas mismas palabras se  pueden decir cosas diferentes, según la intención y el tono con que se digan. Esa intención del autor la descubrimos a través del género o forma literaria que emplee en su escrito: si se trata de una biografía su intención es la de contarnos fielmente la vida de un personaje; si se trata de una novela, sabemos que no tenemos que atribuir valor histórico a su relato.
Esto es de suma importancia tratándose de la Biblia. Sabemos que la Biblia no es un libro sino una colección de libros, de carácter muy desigual; no se les puede interpretar, por consiguiente, sirviéndose del mismo patrón para todos. Es necesario tener conocimiento de los diversos géneros y subgéneros literarios que se emplean en la Biblia para poder captar la intención del autor en cada uno de los libros o pasajes.

6.   CONTEXTO CIRCUNSTANCIAL O VIVENCIAL
Esta intención del autor puede estar igualmente matizada por el contexto circunstancial o vivencial (Sitz im Leben), algo que está íntimamente ligado a cada género o forma literaria. Tomemos, por ejemplo, los salmos, y más concretamente aquéllos, tan numerosos, en los que se pide verse libre del perseguidor injusto; nos resultarán un tanto incomprensibles si no tenemos en cuenta el contexto circunstancial-vivencial: "A cualquiera que haya recitado periódicamente los 150 salmos del salterio le habrá llamado la atención la frecuencia con que aparece en los salmos el hombre que acusa malévolamente al inocente, le persigue y trata de matarle. ¿Por qué desempeña este tema precisamente un papel tan importante en los salmos? La explicación es sencilla: En Israel, los casos judiciales más vidriosos, que un juez ordinario no podía resolver, eran llevados al santuario central, donde un sacerdote dictaba el juicio de Dios'. El acusado oraba de antemano a Dios suplicándole justicia y proclamando solemnemente su propia inocencia. Y esto lo hacía mediante un salmo, que lo improvisaba él mismo o lo tomaba del formulario que los sacerdotes le ponían a disposición. Evidentemente, al compilar los salmos, se prestó una especial atención a las plegarias de este género, que servían de formularios para fines muy concretos... Hay muchas cosas que no se entienden en estos salmos si se pierde de vista su contexto histórico-existencial, su `Sitz im Leben"' (G. Lohfink).

7.   ¿QUE ENTENDEMOS POR GÉNEROS LITERARIOS?
Los géneros literarios son las diversas formas de expresión que usualmente se emplean para transmisión de unos determinados contenidos y que responden a una concreta intención del escritor.
Efectivamente, en los libros nos encontramos con contenidos distintos: un cuento, un código de circulación, un poema... Estos contenidos distintos responden a intenciones concretas: el cuento pretende distraernos o a lo más ofrecernos una enseñanza que se deriva de su narración ficticia; el código de circulación intenta regular la circulación a fin de evitar accidentes; el poema es la expresión de los sentimientos de su autor, de los que quiere hacer partícipes a los demás. Los contenidos van matizados por la intención. Incluso un mismo suceso puede ser interpretado en claves distintas: histórica, filosófica, poética...; todos dicen la verdad, pero expresada de forma distinta. De la importancia de este estudio nos habla la Constitución `Dei Verbum' del Vaticano 11: "Para descubrir la intención de los hagiógrafos... hay que atender a los `géneros literarios', puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar" (DV 12).

8.   ¿GÉNEROS O FORMAS LITERARIAS?
"Un buen número de científicos no hacen distinción alguna entre forma y género. Otros llaman formas' a unidades menores, reservando el nombre de, géneros’ a las grandes formas, como la novela o el drama. Un tercer grupo de científicos llaman `forma' a la estructura de cada texto particular o individual; en cambio, llaman `género' a las formas típicas que aparecen con frecuencia... Por desgracia, los especialistas en ciencias literarias, como ocurre a menudo entre los científicos, no han unificado su nomenclatura" (G. Lohfink).

9.   CLASIFICACIÓN
La diversidad de géneros con que nos encontramos en cualquier literatura, la hallamos  también dentro de la Biblia; naturalmente, no se dan en ella todos los géneros posibles, pero sí algunos muy comunes y otros muy característicos: dentro del mundo semita hay un predominio de lo imaginativo y lo concreto. El índice de nuestra Biblia, divide los libros del AT en históricos, poético- sapienciales y proféticos. Esta división puede estar apuntando a tres grandes géneros literarios, pero no podemos fiarnos de ella ya que, bajo el epígrafe de históricos, sobre todo si incluimos el Pentateuco, se encuentran libros que no pertenecen a la historia: Levítico, Números, son más bien libros que contienen legislación.
Actualmente suelen distinguirse dentro de la Biblia siete grandes géneros literarios: narrativa, ley, profecía, lírica, sabiduría, apocalíptica, carta, que a su vez se subdividen en nuevos subgéneros o formas diversas. Al establecer esta división no queremos decir que cada uno de los libros de la Biblia tenga que coincidir con uno de esos géneros literarios; dentro de cada libro podemos encontrar géneros y formas diversas, que muchas veces se entrecruzan entre sí. En términos generales éstos son los contenidos e intenciones de estos géneros y los libros de la Biblia donde se encuentran.

a.   Narrativa
Contenidos: Dentro de este género cae todo lo que es relato de sucesos, sea que se trate de hechos históricos o imaginarios.
Intención: No sólo el relatar acontecimientos, sino también el interpretarlos.
- Se encuentra este género en gran parte de la Biblia: en el Génesis, en parte del Éxodo y de los otros libros del Pentateuco, en los llamados libros históricos del AT, y del NT en los Evangelios y Hechos de los apóstoles.

b.   Ley
Contenidos: Colecciones de preceptos, normas, costumbres... 
Intención: Regular la alianza con Dios y las relaciones mutuas.
Se encuentra principalmente en algunos libros del Pentateuco: Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, donde se contiene la Ley de Moisés.

c.    Profecía
Contenidos: Mensajes de Dios al pueblo de Israel por medio de los profetas.
Intención: Denunciar, llamar a la conversión, anunciar castigos o salvación.
Se encuentra en el gran bloque de los libros proféticos del AT.

d.   Lírica
Contenidos: Lo mismo que en otras literaturas contiene la expresión de vivencias, de sentimientos, despertados por la contemplación de la realidad. Se trata de una lírica religiosa o, al menos, interpretada.
Intención: Expresar dolor, amor, alabanza, confianza... en diálogo con Dios.
Se encuentra en el libro de los Salmos, en el Cantar de los Cantares y en las Lamentaciones.

e.   Sabiduría
Contenidos: Recoge la experiencia de los sabios, expresada de ordinario en una forma sentenciosa.
Intención: Reflexionar sobre la realidad para buscarle su sentido más profundo; enseñar.
Se encuentra en los libros de Job, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría y Eclesiástico.

f.    Apocalíptica
Contenidos: Relatos de visiones, sueños..., en un lenguaje simbólico.
Intención: Interpretar el sentido global de la historia y, más concretamente, levantar los ánimos decaídos en tiempos de desgracia o persecución.
Se encuentra en el libro de Daniel y en pasajes de otros profetas, y en el Apocalipsis del NT.

g.    Carta
Contenidos: Exposiciones doctrinales y exhortaciones dirigidas a colectividades o individuos.
Intención: Adoctrinar, exhortar, corregir; en una palabra, evangelizar a distancia.
Se encuentra en gran parte del NT: cartas de San Pablo, San Pedro, San Juan, Santiago y San Judas.

10  NARRATIVA; SUBGÉNEROS
La clasificación anterior no ofrece problemas; es fácil hacerla y se admite sin dificultad. La problemática surge más bien cuando, dentro de un género, particularmente dentro de la narrativa, nos proponemos deslindar entre subgéneros o formas menores. Espontáneamente se corre el riesgo de querer tomarlo todo al pie de la letra; es decir, de considerar como historia lo que, a lo mejor, no es más que un poema épico o una narración didáctica.
Dentro de este género de la “narrativa” vamos a precisar algunos subgéneros posibles, apuntando diversos rasgos o características que nos ayuden a diferenciar unos de otros, y, en definitiva, que nos sirvan para determinar cuál fue la intención del autor.
En la enumeración vamos a partir de las formas narrativas menos históricas, para terminar con las más próximas a nuestra concepción actual de la historia.
a.   Parábola
(Podría inscribirse también dentro del género sapiencial, ya que su finalidad es la de enseñar).
Contenido: Breve narración de suceso imaginario, del que se deduce, por comparación, una enseñanza moral.
Características:
·         Relato breve, esquematizado.
·         Describe, ordinariamente, hechos de la vida común y corriente. A veces, sin embargo, los hechos pueden ser también chocantes.
·         Suelen tener una forma típica de comenzar: Nominativo (`Un hombre tenía dos hijos...'), interrogación (`¿Acaso se trae...?'), dativo (`¿A qué compararé?').
·         Frecuentemente, interpelación o reflexión final.
Intención: Enseñar.
Son abundantes las parábolas en los Evangelios, pero también las encontramos en el AT (v. gr. Natán, en 2S 12, 1-4).

b.   Narración didáctica
Contenido: Relatos, posiblemente con una raíz histórica, pero imaginarios en su mayor parte, de los que se pretende sacar una enseñanza.
Características:
·         Los datos son incompletos, extraños, falsos, anacrónicos, ficticios, ordenados intencionalmente; lo que nos advierte de que el relato no guarda relación con la realidad.
·         Los protagonistas son personificaciones, carentes de los datos diferenciales que caracterizan a los personajes históricos.
·         Al final, explícita o implícitamente, se ofrece una enseñanza.
Intención: Enseñar.
Podemos considerar narraciones didácticas algunos libros del AT, escritos con una intención aleccionadora: Jonás, Tobías, Judit...

c.    Narración épica
Contenido: Con esta denominación nos referimos a lo que puede recibir también otros nombres, como leyenda, saga, mito..., siempre que no pretendamos significar con estos términos un mero producto de la fantasía.
Características:
·         Se trata de algo que surge a partir de un dato histórico.
·         Este dato histórico es transmitido oralmente durante mucho tiempo de generación en generación.
·         Esta transmisión de datos históricos de los antepasados, se embellece, se magnifica; se atribuye a esos datos causalidades respecto de sucesos o realidades posteriores; lo que se cuenta sigue teniendo resonancia en los lectores.
·         El hecho sin duda fue histórico, pero no se ajustó exactamente a los datos que nos ofrece el relato tal como lo tenemos. El valor histórico no es igual para todos los relatos; la crítica deberá analizarlo en cada caso.
Intención: Ofrecernos historia, pero muy interpretada.
A este subgénero corresponden muchas de las narraciones del libro del Génesis: diluvio, destrucción de Sodoma, episodios de la vida de Abraham, sacrificio de Isaac...

d.   Crónicas, anales
Contenido: Agrupamos aquí diversidad de formas narrativas: además de las apuntadas en el título: listas, inventarios, etc.
Características:
·         Consignación de datos, independientes generalmente, sin relacionar unos con otros.
·         Escritos propios de templos, palacios.., donde se lleva un diario, unos anales, unos inventarios.
·         Al no tratarse de relatos populares conservan una mayor verosimilitud en el detalle.
Intención: Informar, notificar.
Ejemplos los encontramos de forma dispersa en diversos libros de la Biblia cuando se nos ofrecen listas de personas, de objetos; por ejemplo: las genealogías del libro primero de las Crónicas; lista de los que regresan de la cautividad (Esd 2). Cierto aire de crónica tienen también los Hechos cuando Lucas nos cuenta algunos de los viajes de Pablo (Hch 21, 1-10; etc.).

e.   Relato histórico
Contenido: Denominamos así a aquellos relatos que tienen más parecido con lo que nosotros consideramos hoy como “historia”.
Características.
·         Consigna gran número de detalles: de tiempo, de lugar, de personas y otras circunstancias.
·         Los personajes no son tipos, personificaciones, sino que aparecen más bien muy matizados en sus caracteres con notas diferenciales.
·         Los acontecimientos están articulados en su juego de causa y efecto a nivel humano.
Intención: Informar; pero también interpretar los acontecimientos; la relación entre estas dos intenciones puede ser diversa, con peligro de que la interpretación se haga excesivamente preponderante.
Ejemplos de relatos históricos podemos encontrarlos en los que se consideran primeros relatos escritos en las cortes de David y Salomón (2S 9-20); igualmente en los libros de los Reyes, etc.
Este apunte sobre géneros y subgéneros literarios no ha pretendido ser exhaustivo; nada hemos dicho, por ejemplo, de los Evangelios; más puntualizaciones se harán con ocasión del recorrido por los diversos libros de la Biblia.

11.OTRAS FORMAS DE EXPRESIÓN
Junto a estos géneros literarios hemos de consignar también determinadas formas de expresión que podemos encontrar dentro de libros de cualquiera de esos géneros. Nos referimos a:

a.   Lenguaje mítico
Nuestros diccionarios definen la palabra “mito” como “fábula alegórica”. No es precisamente en ese sentido como hemos de entenderla al hablar de los mitos de la Biblia. Bultmann lo, definía: "la representación de lo trascendente en términos de este mundo"; o dicho de otra manera: un relato aparentemente histórico que quiere expresar de forma gráfica realidades que se escapan a la experiencia sensible.
Instintivamente, el hombre al hablar de la divinidad la personifica, es decir, la humaniza, y presenta a Dios comportándose como un ser humano: “se pasea”, “se irrita”. Las comunicaciones interiores se escenifican: el ángel de Yahvé se pone a dialogar con el hombre... Por otra parte, el pueblo hebreo al asentarse en tierras de Canaán asume, entre otras cosas, mitos y leyendas de carácter religioso de aquellos pueblos, aunque reelaborándolos de acuerdo con su monoteísmo y la concepción de un Dios personal.
Nosotros mismos seguimos empleando estos mitos en nuestra oración o vivencia religiosa, como cuando decimos en el Credo: "subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso"; a nadie se le ocurre pensar que Jesús se esté pasando la eternidad sentado en un trono a la derecha del Padre; lo que queremos decir es que comparte la gloria y el poder del Padre.
Esto quiere decir que hay una desmitización aceptable; aunque habrá casos que exigirán mayor cautela.

b.   Midrás
El término se encuentra en la misma Escritura: "...se halla escrito en el “midrás” del libro de los Reyes" (2 Cro 24, 27). Su significado etimológico es `investigación', `explicación'. Con este término se denominan los comentarios de la Biblia hechos por rabinos posteriores. Se distingue el “midrás-halaká”, si se refiere a normas, y el “midrás-haggadá”, si se refiere a relatos. Pero esto podemos encontrarlo también dentro de la misma Biblia cuando actualiza pasajes bíblicos anteriores; por ejemplo: Sb 10-19, comentando desde la perspectiva sapiencial del s. I a.C. el relato de Ex 7-12.
Esto puede suscitar o no suscitar problemas. Lo puede suscitar en el caso de que la actualización nos resulte chocante; por ejemplo: si leemos en el Lv, que recoge la legislación vigente en torno a la época del exilio, lo entonces establecido respecto de las diversas clases y formas de los sacrificios (1-7), nos chocará que esta legislación esté puesta en boca de Yahvé hablando con Moisés; ello se debe a que este `Código de santidad', contenido en el Levítico, quiere ser una actualización de la embrionaria legislación que Moisés comenzó a formular en el desierto. En el caso de la Anunciación se asume, para contárnoslo, un relato parecido del AT.

c.    Etiología
Nuestros diccionarios la definen: “Estudio sobre las causas de las cosas”. En la Biblia se encuentra esta forma de expresión siempre que se pretende dar la explicación de un suceso o situación actual o de un fenómeno natural a base de un acontecimiento del pasado. Por ej.: el que Israel esté ocupando Palestina se debe a una promesa, la hecha a Abraham; la existencia de una roca que sugiere formas humanas obedece a la transformación de la mujer de Lot en estatua de sal (Gn 19, 26). Estas etiologías a veces pueden acertar, pero otras no pasan de ser meras suposiciones.

viernes, 1 de julio de 2011

DÉCIMO ENCUENTRO CON LA PALABRA

10. EL CANON DE LA BIBLIA

Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.          ¿Qué entiendes por la palabra canon?
2.         ¿Cómo podrías asegurar que los libros que contiene la biblia son los auténticamente inspirados por Dios?

Ahora sí, entremos en materia…

EL CANON DE LA BIBLIA
1. ¿QUE ES EL CANON?
El carácter religioso de la Biblia y, particularmente, el hecho de que haya sido el medio de comunicación de Dios con el hombre es lo que motiva, desde nuestra condición de creyentes, el que este libro se lleve nuestro aprecio por encima de cualquier otro libro.
Pero a más de uno se le ocurrirá preguntar: ¿por qué precisamente de estos libros, y no de otros, decimos que contienen la palabra de Dios? Esto nos lleva a hablar de lo que se denomina el “canon” de la Biblia. La “canonicidad” está estrechamente vinculada con la “inspiración”.
El “canon” no hace que los libros sean inspirados; los libros son inspirados antes de su canonicidad. El canon oficial sirve sólo para que el creyente tenga garantía de cuáles son los libros que debe considerar como de origen divino. Una cosa es que los libros estén inspirados y, otra, que nosotros sepamos que están inspirados. "Para nosotros en concreto, el conocimiento de la inspiración del AT ha de ser adquirido a partir del testimonio del NT y de la Iglesia apostólica" (K. Rahner).
La palabra “canon” (del hebreo “ganeb” = caña, y del griego “kanon” = vara, regla) puede tener un doble sentido: norma y lista. Ambos sentidos se funden cuando aplicamos el término a las sagradas Escrituras. Canon de la Biblia es, pues, la lista de los libros que consideramos como inspirados; libros que se constituyen en norma de vida para la comunidad de creyentes que los acepta como tales.

NOVENO ENCUENTRO CON LA PALABRA

9. VERDAD

Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.         ¿Qué es la verdad?
2.         ¿Por qué crees que es importante la verdad a la hora de estudiar las Sagradas escrituras?

Ahora sí, entremos en materia…
VERDAD
Es una consecuencia de la inspiración. Naturalmente el Espíritu no se hace responsable de todo lo escrito por el hagiógrafo; como dice la misma constitución DV, ese aliento o presencia del Espíritu se encuentra en aquella "verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación" (DV 11). No se trata, pues, de verdades del orden histórico o científico, sino de las relativas a la salvación del hombre; y aun para rastrear esa verdad, "para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe" (DV 12).

En consecuencia:
- El objeto formal de la revelación es el misterio de salvación realizado en Cristo, por eso "ninguna realidad de este mundo es objeto de una enseñanza divina... a no ser bajo el aspecto particular de su relación con el misterio de la salvación" (Grelot).
- "La verdad bíblica es una verdad que progresa con su propia dialéctica. Las palabras y los acontecimientos, de un libro a otro y sobre todo del A al NT, adquieren un significado cada vez más profundo. Hay además rectificaciones y adaptaciones: Dios mismo corrige, integra y completa ciertas presentaciones insuficientes. Hay en todo esto una dialéctica: los diversos libros y las diversas teologías en la Biblia parecen presentar opiniones contradictorias, pero en realidad se 14trata del diálogo de dos modos de ver que se controlan mutuamente" (L. Pacomio).- "La verdad de Dios no está más que en toda la Biblia, en la Biblia tomada en conjunto" (P. Benoit). "Absolutizar una proposición es caer en el error. La verdad de la Biblia es privilegio del libro completo" (L. Pacomio).

jueves, 26 de mayo de 2011

OCTAVO ENCUENTRO CON LA PALABRA


8. INSPIRACIÓN

Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.   ¿Qué entiendes por inspiración?
2.   ¿Cuándo se dice que alguien está inspirado?



Ahora sí, entremos en materia…

INSPIRACIÓN

Hemos dicho: "les ha inspirado"; con esto hemos pronunciado la palabra con la que se suele designar esta autoría o presencia de Dios en los libros sagrados. La palabra la encontramos ya en la misma Escritura: "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar..." (2 Tm 3, 16).

Equivalentemente se expresa la Segunda carta de Pedro: “Nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo han hablado de parte de Dios” (2 P 1, 21). Nuestra palabra “inspiración” se deriva del latín “inspirare”, que significa “soplar”; y es traducción del término griego empleado por Pablo “theo-pneustos” = “soplado por Dios”. La imagen meteorológica nos sugiere la acción del Espíritu que alienta en la palabra escrita por los hagiógrafos. Con anterioridad, Platón había dedicado uno de sus “Diálogos”, a disertar sobre la inspiración poética, que él concebía precisamente como un “entusiasmo”, es decir, un “endiosamiento”, un estar poseído por el numen divino.
 
¿Qué alcance tiene esta inspiración por parte de Dios? Es algo que nos resulta difícil precisar. Desde luego, tenemos que evitar los extremos: ni se trata de un dictado por parte de Dios, ni tampoco es el simple Visto Bueno que ha dado después la Iglesia a estos libros.

La inspiración está en el origen mismo del lenguaje, es decir, de la actividad del hagiógrafo. La inspiración se encuentra, pues, en el autor humano, y se encuentra también en el escrito, ya que la inspiración de los autores está en función de la obra: esa palabra de Dios “que es viva y eficaz, más cortante que espada de dos filos” (Hb 4, 12). “La moción del Espíritu, debajo de ella la obra de lenguaje del hagiógrafo, ponen en acto la revelación” (Schökel).

Esta obra del hagiógrafo no siempre ha sido meramente individual, sino que muchas veces ha tenido un signo social; de ahí que haya que hablar del carácter “sucesivo y dinámico” de la inspiración, ya que muchos libros se fueron gestando a lo largo de siglos hasta su redacción definitiva; naturalmente, en el entretanto el Espíritu Santo no se estuvo cruzado de brazos: “Los libros bíblicos han crecido orgánicamente con la vida del pueblo, y el Espíritu Santo no ha mirado indiferente este crecimiento, sino que él mismo lo ha movido con su soplo misterioso y eficaz” (Schökel).

Esta relación Dios-hombre en la autoría de la Biblia viene a ser la misma que se da en la Encarnación entre ambas naturalezas: Dios está presente en el hombre; a través de la naturaleza humana de Jesús se manifiesta su naturaleza divina, aunque a veces resulte difícil vislumbrarla.

En la Escritura, la palabra del hombre es el vehículo que nos trasmite la palabra de Dios, y, a veces también, esa palabra del hombre puede resultarnos tan humana que aparezca velado el mensaje de Dios.

¿Qué sentido tiene para el cristiano la inspiración del AT? "Históricamente la expresión “palabra de Dios” comienza a tener el sentido que le damos dentro del cristianismo en el momento en que podemos decir que “Dios nos habló” -en sentido propio- a través de Aquel que es su palabra... Ante esta “locución divina” definitiva todas las anteriores palabras no son más que aproximaciones o balbuceos... Tomando todos los libros del AT en conjunto, la Iglesia prácticamente los escribió de nuevo al incorporarlos a la predicación evangélica. De esta forma les dio una interpretación nueva y casi un sentido tan original que los judíos `hasta el día de hoy, cuando se lee la ley de Moisés, tienen un velo sobre su corazón' (2 Co 3, 15). Los judíos no comprenden la lectura que nosotros hacemos del AT, sencillamente porque nosotros hemos fijado su sentido... Cristo hizo desaparecer el velo (2 Co 3, 14)" (F. Lage).

De acuerdo con esta visión del AT, desde la revelación que se manifiesta en el NT, podemos admitir la interpretación que hace Rahner de la inspiración, aunque en ella no aparezca tan clara la acción del Espíritu sobre el hagiógrafo: Dios quiere a la Iglesia primitiva como fuente y norma de la fe de los tiempos posteriores; esto está exigiendo la fijación por escrito de esa convicción de fe. Estos escritos, por consiguiente, son queridos por Dios de manera absoluta, en cuanto objetivación de la fe apostólica, normativa para todos los tiempos. El hecho de que Dios quiera esos escritos es lo que le constituye en autor real de los mismos.

viernes, 6 de mayo de 2011

SÉPTIMO ENCUENTRO CON LA PALABRA


7. ¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?


Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.   ¿Quién es el autor o autores de la Biblia?
2.   ¿Qué es inspiración?
3.   ¿Por qué es la Biblia un libro religioso?

Ahora sí, entremos en materia…

1. LA BIBLIA, LIBRO RELIGIOSO
En la lección anterior justificábamos el tener el libro de la Biblia en nuestras manos por ser un libro de gran valor literario y también porque era el libro fundacional o generacional de un pueblo. Realmente ¿continuamos teniéndolo únicamente por esos dos motivos? O ¿existe algún motivo más profundo? Apuntábamos ya, que era también el libro fundacional de una religión: del judaísmo, primero, y del cristianismo, después.
Sin duda que éste es el motivo principal que nos lleva a este encuentro con la Biblia; la Biblia es nuestro libro religioso, el libro del cristiano.
Es un libro religioso porque nos cuenta la religiosidad de un pueblo, las relaciones mantenidas por un pueblo con su Dios a lo largo de muchos siglos. Y es también un libro religioso porque nos descubre igualmente las relaciones de Dios con su pueblo. El Dios de la Biblia no es  un Dios mudo; es un Dios que habla, que se comunica con su pueblo. Es precisamente este segundo aspecto el que nos interesa: la Biblia no sólo nos cuenta la religiosidad de un pueblo, cosa que podríamos encontrar en otros libros; sobre todo es un libro en el que descubrimos la presencia de Dios que se comunica con su pueblo.

2. AUTORES DE LA BIBLIA
En la Constitución "Dei Verbum" del Vaticano II se afirma la doble paternidad de los libros sagrados: "En la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que, obrando él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que él quería" (DV 11).
Se trata, pues, de libros con una doble paternidad. Son libros escritos por hombres, sobre los que el Espíritu de Dios estuvo ejerciendo una acción especial, de tal forma que también a él debemos atribuirle estos libros. El hombre tampoco será un simple instrumento en las manos de Dios. Dios como que toma al hombre a su servicio, pero dejándole ser él mismo. Naturalmente, no es necesario que el hombre se dé cuenta de esta presencia y actuación de Dios, lo mismo que el Espíritu actúa constantemente en nosotros de tantas formas silenciosas e inefables.

a.   El hombre, autor de la Biblia
Hemos dicho ya que los libros de la Biblia son muchos y que fueron escritos en épocas muy distintas; si leemos pasajes de libros diversos, enseguida caemos en la cuenta de que el estilo en que están escritos y la mentalidad que reflejan difieren entre sí notablemente. Esto nos lleva a la conclusión de que los hagiógrafos, es decir, los autores de estos libros sagrados, son ellos auténticos responsables de lo que escribieron. Lo hicieron de acuerdo con su ambiente, con su mentalidad, con su ingenio, con su capacidad. En cada uno de esos libros tenemos la impronta del autor o autores que intervinieron en su composición. La introducción de Lucas a su evangelio es un claro indicio de la tarea y responsabilidad de auténtico autor, que indaga, se informa y busca el dato exacto.
Algunos libros se atribuyen a personas concretas, aunque en cada caso habrá que estudiar su paternidad. En otros casos habrá que contar más con el carácter social que personal de esa autoría: son producto de tradiciones que el pueblo judío o la comunidad cristiana han ido transmitiendo hasta encontrar la pluma del redactor definitivo que nos ha ofrecido el libro tal como ahora lo tenemos.

b.  Dios, autor de la Biblia
Esta atribución la encontramos consignada en los mismos libros sagrados, ya en el AT; esto es particularmente manifiesto en los libros de los profetas, en los que continuamente se nos está proclamando: “Oráculo del Señor”; ello expresa la conciencia de que el mensaje transmitido no era de elaboración personal, sino de origen divino.
En el NT repetidamente nos encontramos en los evangelios con el estribillo: "para que se cumpliera la Escritura"; lo que hace suponer que si esa Escritura se tenía que cumplir, lo sería no por ser simple palabra humana, sino por ser palabra de Dios. En los discursos de los Hechos los apóstoles acuden a la Escritura para confirmar su predicación; sabían que el auditorio que les escuchaba creía que en esa Escritura estaba la voz de Dios. Una voz de Dios que se haría definitiva en el Hijo: "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1, 1-2).
Pero si Dios es el autor de la Biblia no lo será en la misma forma en que lo es el autor humano; por eso, el término “autor”, referido a Dios, hay que tomarlo en un sentido analógico.
Según nuestros diccionarios, “autor” es igual a “causa de alguna cosa”. Dios es causa de los libros sagrados, no porque Él los haya escrito, sino porque Él ha sido causa de que el hagiógrafo los escribiese; y, mediante ellos, es causa del plan de salvación contenido en la Escritura. El les ha promovido, les ha asistido, les ha inspirado.