viernes, 18 de marzo de 2011

SEGUNDO ENCUENTRO CON LA BIBLIA





2. EL INDICE



Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)

  1. ¿Para qué sirve un índice?
  2. ¿Crees que el índice ayuda a estructurar el proceso de lectura?
  3. Destaca otras ventajas del índice en un libro

Ahora sí, entremos en materia…

Tras el encuentro  con  el título, y una vez abierto el libro, nuestra curiosidad nos suele llevar a mirar  el índice, que es donde se especifica su contenido. En el índice de la Biblia observamos que el libro se divide en dos  grandes bloques, denominados: Antiguo y Nuevo Testamento. El primero, tanto por razón de autores como de contenidos, pertenece a los tiempos  anteriores a Cristo; el segundo contiene los libros sagrados escritos después de Cristo.
Cada uno  de estos dos grandes bloques abarca una  serie de libros que se catalogan  o agrupan, más que por motivos cronológicos, por razón de su contenido o género literario.

El Antiguo Testamento lo vemos dividido en estos cuatro grupos: Pentateuco, Libros históricos, Libros poéticos y sapienciales, y Libros proféticos (En otras  Biblias  el Pentateuco aparece formando parte de los Libros históricos).
Los libros del Nuevo Testamento se agrupan también en varias secciones, aunque algunas, sólo tienen un libro: Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis.
Este es el índice de la Biblia que tenemos en nuestras manos, pero conviene saber, ya de antemano, que no todos los que consideran la Biblia como libro sagrado tienen una Biblia como la nuestra; ello obedece a que cada uno de esos grupos religiosos tiene un “canon”, es decir: unos criterios distintos a la hora  de confeccionar la lista de los libros sagrados. De ello hablaremos más extensamente al estudiar el “canon” de la Biblia.

Continuando con divisiones: si hojeamos alguno de los libros de la Biblia veremos que, como ocurre con la mayoría de nuestros libros, está dividido en capítulos, y éstos a su vez, lo que ya no ocurre tan frecuentemente con nuestros libros, están divididos en versículos. Pero no pensemos que estas divisiones fueron hechas por los autores de los libros; fueron hechas mucho tiempo después; aunque ciertas divisiones, sobre todo para el servicio litúrgico, existían ya desde muy antiguo. La división en capítulos se atribuye a Esteban Langton (1206), maestro en París y posteriormente arzobispo de Canterbury; y la división en versículos (NT) a Roberto Estienne, impresor parisiense que, según se dice, la hizo el año 1550 durante un viaje de París a Lyon (y así le salió). Esta división en capítulos y versículos no es muy acertada, lógicamente hablando,  pero es útil  para el manejo y lectura de la Biblia.

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