7. ¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1. ¿Quién es el autor o autores de la Biblia?
2. ¿Qué es inspiración?
3. ¿Por qué es la Biblia un libro religioso?
Ahora sí, entremos en materia…
1. LA BIBLIA, LIBRO RELIGIOSO
En la lección anterior justificábamos el tener el libro de la Biblia en nuestras manos por ser un libro de gran valor literario y también porque era el libro fundacional o generacional de un pueblo. Realmente ¿continuamos teniéndolo únicamente por esos dos motivos? O ¿existe algún motivo más profundo? Apuntábamos ya, que era también el libro fundacional de una religión: del judaísmo, primero, y del cristianismo, después.
Sin duda que éste es el motivo principal que nos lleva a este encuentro con la Biblia; la Biblia es nuestro libro religioso, el libro del cristiano.
Es un libro religioso porque nos cuenta la religiosidad de un pueblo, las relaciones mantenidas por un pueblo con su Dios a lo largo de muchos siglos. Y es también un libro religioso porque nos descubre igualmente las relaciones de Dios con su pueblo. El Dios de la Biblia no es un Dios mudo; es un Dios que habla, que se comunica con su pueblo. Es precisamente este segundo aspecto el que nos interesa: la Biblia no sólo nos cuenta la religiosidad de un pueblo, cosa que podríamos encontrar en otros libros; sobre todo es un libro en el que descubrimos la presencia de Dios que se comunica con su pueblo.
2. AUTORES DE LA BIBLIA
En la Constitución "Dei Verbum" del Vaticano II se afirma la doble paternidad de los libros sagrados: "En la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que, obrando él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que él quería" (DV 11).
Se trata, pues, de libros con una doble paternidad. Son libros escritos por hombres, sobre los que el Espíritu de Dios estuvo ejerciendo una acción especial, de tal forma que también a él debemos atribuirle estos libros. El hombre tampoco será un simple instrumento en las manos de Dios. Dios como que toma al hombre a su servicio, pero dejándole ser él mismo. Naturalmente, no es necesario que el hombre se dé cuenta de esta presencia y actuación de Dios, lo mismo que el Espíritu actúa constantemente en nosotros de tantas formas silenciosas e inefables.
a. El hombre, autor de la Biblia
Hemos dicho ya que los libros de la Biblia son muchos y que fueron escritos en épocas muy distintas; si leemos pasajes de libros diversos, enseguida caemos en la cuenta de que el estilo en que están escritos y la mentalidad que reflejan difieren entre sí notablemente. Esto nos lleva a la conclusión de que los hagiógrafos, es decir, los autores de estos libros sagrados, son ellos auténticos responsables de lo que escribieron. Lo hicieron de acuerdo con su ambiente, con su mentalidad, con su ingenio, con su capacidad. En cada uno de esos libros tenemos la impronta del autor o autores que intervinieron en su composición. La introducción de Lucas a su evangelio es un claro indicio de la tarea y responsabilidad de auténtico autor, que indaga, se informa y busca el dato exacto.
Algunos libros se atribuyen a personas concretas, aunque en cada caso habrá que estudiar su paternidad. En otros casos habrá que contar más con el carácter social que personal de esa autoría: son producto de tradiciones que el pueblo judío o la comunidad cristiana han ido transmitiendo hasta encontrar la pluma del redactor definitivo que nos ha ofrecido el libro tal como ahora lo tenemos.
b. Dios, autor de la Biblia
Esta atribución la encontramos consignada en los mismos libros sagrados, ya en el AT; esto es particularmente manifiesto en los libros de los profetas, en los que continuamente se nos está proclamando: “Oráculo del Señor”; ello expresa la conciencia de que el mensaje transmitido no era de elaboración personal, sino de origen divino.
En el NT repetidamente nos encontramos en los evangelios con el estribillo: "para que se cumpliera la Escritura"; lo que hace suponer que si esa Escritura se tenía que cumplir, lo sería no por ser simple palabra humana, sino por ser palabra de Dios. En los discursos de los Hechos los apóstoles acuden a la Escritura para confirmar su predicación; sabían que el auditorio que les escuchaba creía que en esa Escritura estaba la voz de Dios. Una voz de Dios que se haría definitiva en el Hijo: "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1, 1-2).
Pero si Dios es el autor de la Biblia no lo será en la misma forma en que lo es el autor humano; por eso, el término “autor”, referido a Dios, hay que tomarlo en un sentido analógico.
Según nuestros diccionarios, “autor” es igual a “causa de alguna cosa”. Dios es causa de los libros sagrados, no porque Él los haya escrito, sino porque Él ha sido causa de que el hagiógrafo los escribiese; y, mediante ellos, es causa del plan de salvación contenido en la Escritura. El les ha promovido, les ha asistido, les ha inspirado.
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