sábado, 26 de marzo de 2011

TERCER ENCUENTRO CON LA PALABRA




3. LAS LENGUAS


Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
1.     ¿Sabes cuáles son las lenguas originales en las que se escribió la Biblia?
2.     ¿Qué sabes de esas lenguas?
3.     ¿Por qué crees que es importante saber algo sobre las lenguas originales en las que se escribió la Biblia?


Ahora sí, entremos en materia…


Todos  sabemos que la Biblia que tenemos en las manos es una traducción. Los libros de la Biblia originariamente fueron escritos  en otras lenguas;  esas lenguas fueron  tres: hebreo, arameo y griego.

EL HEBREO es una lengua semita de la zona fenicio-cananea. Es la lengua de los israelitas cuando ocupan Canaán, y es un resultante de la mezcla de la lengua del país y del arameo que ellos aportan. Después de la cautividad de Babilonia el hebreo dejó de ser lengua hablada para convertirse en lengua literaria y cultual. En hebreo está escrita la mayor parte del Antiguo Testamento.

EL  ARAMEO es también una lengua semita,  afín al hebreo,  que  se  hablaba en el área de Mesopotamia; tiene su época de esplendor con el dominio persa (arameo imperial), convirtiéndose en lengua del comercio y de la diplomacia. También se hizo lengua popular en Palestina después de la cautividad de Babilonia (s. VI a. C.); es la lengua que empleará Jesús. En esta lengua están escritos algunos capítulos de Esdras y Daniel.

EL GRIEGO es una lengua indoeuropea, que se hablaba en Grecia y que con las conquistas de Alejandro se extendió notablemente por los territorios por él conquistados. El griego bíblico es el griego común o “koiné”, resultante de la mezcla de los diversos dialectos del griego clásico. En griego están escritos algunos libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento y todo el Nuevo Testamento.

viernes, 18 de marzo de 2011

SEGUNDO ENCUENTRO CON LA BIBLIA





2. EL INDICE



Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)

  1. ¿Para qué sirve un índice?
  2. ¿Crees que el índice ayuda a estructurar el proceso de lectura?
  3. Destaca otras ventajas del índice en un libro

Ahora sí, entremos en materia…

Tras el encuentro  con  el título, y una vez abierto el libro, nuestra curiosidad nos suele llevar a mirar  el índice, que es donde se especifica su contenido. En el índice de la Biblia observamos que el libro se divide en dos  grandes bloques, denominados: Antiguo y Nuevo Testamento. El primero, tanto por razón de autores como de contenidos, pertenece a los tiempos  anteriores a Cristo; el segundo contiene los libros sagrados escritos después de Cristo.
Cada uno  de estos dos grandes bloques abarca una  serie de libros que se catalogan  o agrupan, más que por motivos cronológicos, por razón de su contenido o género literario.

El Antiguo Testamento lo vemos dividido en estos cuatro grupos: Pentateuco, Libros históricos, Libros poéticos y sapienciales, y Libros proféticos (En otras  Biblias  el Pentateuco aparece formando parte de los Libros históricos).
Los libros del Nuevo Testamento se agrupan también en varias secciones, aunque algunas, sólo tienen un libro: Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis.
Este es el índice de la Biblia que tenemos en nuestras manos, pero conviene saber, ya de antemano, que no todos los que consideran la Biblia como libro sagrado tienen una Biblia como la nuestra; ello obedece a que cada uno de esos grupos religiosos tiene un “canon”, es decir: unos criterios distintos a la hora  de confeccionar la lista de los libros sagrados. De ello hablaremos más extensamente al estudiar el “canon” de la Biblia.

Continuando con divisiones: si hojeamos alguno de los libros de la Biblia veremos que, como ocurre con la mayoría de nuestros libros, está dividido en capítulos, y éstos a su vez, lo que ya no ocurre tan frecuentemente con nuestros libros, están divididos en versículos. Pero no pensemos que estas divisiones fueron hechas por los autores de los libros; fueron hechas mucho tiempo después; aunque ciertas divisiones, sobre todo para el servicio litúrgico, existían ya desde muy antiguo. La división en capítulos se atribuye a Esteban Langton (1206), maestro en París y posteriormente arzobispo de Canterbury; y la división en versículos (NT) a Roberto Estienne, impresor parisiense que, según se dice, la hizo el año 1550 durante un viaje de París a Lyon (y así le salió). Esta división en capítulos y versículos no es muy acertada, lógicamente hablando,  pero es útil  para el manejo y lectura de la Biblia.

viernes, 11 de marzo de 2011

PRIMER ENCUENTRO CON LA PALABRA

ACERCAMIENTO INICIAL
ESQUEMA DEL TRABAJO
1.       Titulo
2.       Índice
3.       Lenguas
4.       Traducciones
5.       Aprendiendo a citar.

PRIMER ENCUENTRO CON LA PALABRA
1. EL TITULO
Exploración de saberes previos (evaluación diagnóstica)
  1. ¿Qué entiendes por la palabra biblia?
  2. ¿Con qué otros términos relacionas la palabra biblia?
  3. ¿Qué es para ti la Sagrada Biblia o Sagrada Escritura?

Ahora sí, entremos en materia…

Cuando tomamos un libro en las manos, lo primero que salta a nuestra vista es su título, y el título que lleva el libro que ahora tenemos en nuestras manos es el de BIBLIA, SAGRADA BIBLIA.

¿Qué significa eso de BIBLIA? Si consultamos un diccionario etimológico, nos dirá que la palabra  se  deriva  del griego y que se trata del plural neutro del término 'biblíon'; 'biblia' significaría,  pues: libros. Lo que viene a descubrirnos que el libro que nosotros llamamos `Biblia', en realidad no es un libro, sino un conjunto de libros. Al decir simplemente `Los libros', se quiso decir que eran los libros por excelencia, como cuando decimos `el Apóstol', `el Sabio'. Parece ser que fue Clemente de Alejandría (s. II) el primero en emplear este término: `ta Biblia' (los libros) para  referirse a las Sagradas Escrituras. A partir del s. XIII comenzó a emplearse como singular latino: Biblia, forma en la que lo usamos nosotros ahora.

El término `biblíon', `biblos' = libro, hoja de papiro, es un derivado toponímico de la ciudad de Biblos, ciudad fenicia de la costa mediterránea, donde se elaboraba y comercializaba el papiro.

Este libro recibe también otros nombres, particularmente el de SAGRADA(S) ESCRITURA(S), término empleado ya en la misma Biblia; con frecuencia lo encontramos en el Nuevo Testamento: "y creyeron en la Escritura" (Jn 2,22), "vosotros investigáis las Escrituras" (Jn -5,39).

miércoles, 2 de marzo de 2011

Para empezar

Hay que reconocer que muchos cristianos estamos muy poco iniciados en la Biblia; algunos casi somos analfabetos al respecto, lo cual no deja de ser un contrasentido. Si es verdad el adagio: “No se ama lo que no se conoce”, difícilmente podemos valorar y amar la revelación de Dios, a Dios mismo y a su mensajero principal Jesucristo, si no conocemos suficientemente su mensaje y la llamada historia de salvación, recogida en la Biblia.

Para subsanar esta laguna el Concilio Vaticano II exhortó “vehementemente a todos los cristianos que aprendiéramos el sublime conocimiento de Jesucristo con la lectura frecuente de las divinas Escrituras”. Por su parte, san Jerónimo acuñó esta afirmación ya clásica: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”.